Podrían ser diez años, aunque con la edad solemos quedarnos cortos en los cálculos porque nos resistimos a pensar que el tiempo pasa tan rápido. Era una de las últimas Semanas Internacionales de Teatro de Valladolid y conseguí entradas para asistir a la propuesta de una compañía de Europa del Este, no recuerdo qué pais, sacando adelante una de las obras más importantes del siglo XX y que aún no había leído ni visto: "Esperando a Godot" de Samuel Beckett.
Fue en el Teatro Calderón y también era la primera vez que presenciaba teatro con un subtitulado electrónico en la parte superior del escenario. A pesar de esa dificultad conecté con la esencia de Beckett: nuestras ridículas e incoherentes posturas ante la existencia, lo solos que en realidad estamos...
Es un autor que "espanta" al público habitual, le ven pesimista, oscuro, coñazo en una palabra. Sin embargo tiene un sentido del humor inigualable, porque aborda nuestros abismos sin contemplaciones. Pero claro, a nadie nos agrada que nos pongan un espejo delante, y preferimos tildar de pesado existencialista a un hombre que se atreve a reírse de si mismo.
Este año se "celebra" el centenario de su nacimiento y no he podido llevarme a la boca una obra de él. Beckett no vende, qué le vamos a hacer. Seguiré releyendo sus obras, intentando mirarme en su espejo aunque a veces me duela y otras me parta de risa.
¡Vladimir, Estragón! Rematad este post.
ESTRAGÓN: ¿Adónde iremos?
VLADIMIR: No muy lejos.
ESTRAGÓN: ¡No, no, vayámonos lejos de aquí!
VLADIMIR: No podemos.
ESTRAGÓN: ¿Por qué?
VLADIMIR: Mañana debemos volver.
ESTRAGÓN: ¿Para qué?
VLADIMIR: Para esperar a Godot.
ESTRAGÓN: Es cierto. (Pausa) ¿No ha venido?
VLADIMIR: No.
ESTRAGÓN: Y ahora ya es demasiado tarde.
VLADIMIR: Sí, es de noche.
ESTRAGÓN: ¿Y si lo dejamos correr? (Pausa.) ¿Y si lo dejamos correr?
VLADIMIR: Nos castigaría. (Silencio. Mira el árbol.) Sólo el árbol vive.