Escena para besugos
Está claro que la gente cada vez vivimos más rápido y vamos más a nuestra bolita, de tal forma que cada uno tiene su velocidad y sus neuras, produciéndose habitualmente "cortocircuitos" que sobrellevamos con resignada educación. Cuando no soy sufridor, sino observador de estas situaciones, son de las que más me llaman a la carcajada. ¡Hay tanto esperpento fuera de los teatros! Ojalá con el tiempo pueda recoger una mínima parte.
- Qué crudo este invierno, ¿no?
- (Le mira un momento y sigue en silencio)
- Anoche no dormí casi nada, como apenas podía respirar.
- (Vuelve a mirarle, ahora con más desidia, y sigue en silencio)
- Por los mocos. Me pongo de un lado y se tapona media nariz, me cambio al otro y se tapona el otro orificio. Te incorporas, buscas en el cajón un pañuelo, intentas sonarte bien fuerte, pero no hay manera, chico, apenas sueltas un hilillo de dudoso líquido. Y de recompensa te has puesto la cabeza como un bombo, así que tienes que esperar a tranquilizarte y volver a coger el sueño desde el principio. Te giras a tu lado preferido y ahí está de nuevo el odioso tapón. Es desesperante.
- (Deja escapar una sonrisa)
- ¿Te hago gracia?
- Hombre, gracia, gracia, lo que se dice gracia... Así, considerado globalmente, pues no, no me haces gracia.
- Ya. No te apetece hablar conmigo, tienes cosas más importantes en las que pensar que en mis tonterías, entiendo.
- Hombre, ten en cuenta que, como tú dices, este invierno va bastante crudo, y como el relato de tus torturas domésticas me deje aún más frío... (La risa le viene a borbotones)
- Decididamente, no tenemos ninguna gracia.
- Qué crudo este invierno, ¿no?
- (Le mira un momento y sigue en silencio)
- Anoche no dormí casi nada, como apenas podía respirar.
- (Vuelve a mirarle, ahora con más desidia, y sigue en silencio)
- Por los mocos. Me pongo de un lado y se tapona media nariz, me cambio al otro y se tapona el otro orificio. Te incorporas, buscas en el cajón un pañuelo, intentas sonarte bien fuerte, pero no hay manera, chico, apenas sueltas un hilillo de dudoso líquido. Y de recompensa te has puesto la cabeza como un bombo, así que tienes que esperar a tranquilizarte y volver a coger el sueño desde el principio. Te giras a tu lado preferido y ahí está de nuevo el odioso tapón. Es desesperante.
- (Deja escapar una sonrisa)
- ¿Te hago gracia?
- Hombre, gracia, gracia, lo que se dice gracia... Así, considerado globalmente, pues no, no me haces gracia.
- Ya. No te apetece hablar conmigo, tienes cosas más importantes en las que pensar que en mis tonterías, entiendo.
- Hombre, ten en cuenta que, como tú dices, este invierno va bastante crudo, y como el relato de tus torturas domésticas me deje aún más frío... (La risa le viene a borbotones)
- Decididamente, no tenemos ninguna gracia.