las necesarias promesas
Hace un par de días se celebraba el Día Internacional del Teatro y, como casi todos los años, esa áspera punzada del veneno escénico que todavía gotea por mis venas me hace levantar interrogantes, jugar con olvidadas telarañas, esbozar antiguos proyectos que iluminan rincones tapados por tantas rutinas, ilusión bañada en recuerdos.
Mi nuevo trabajo como funcionario me da una oportunidad para recuperar algo de aquello, los huesos aún no están muy duros, tienes menos vitalidad pero más recursos, sólo es cuestión de plantear un camino y practicar variados ejercicios de voluntad.
Sin embargo sé que en la esencia del Teatro se encuentra su naturaleza grupal, sólo del intercambio vivo con otros locos se alimenta la propia sed, y eso es lo que se pierde con la edad, el grado suficiente de locura.
En cualquier caso y aparte de mis circunstancias, reivindico el poder del teatro como motor de la imaginación, de los sentimientos, de la tolerancia. Si tengo un hijo, una de las principales peticiones que les haría a mis gobernantes es que le dieran la oportunidad de recibir la enseñanza del Teatro para descubrirse a sí mismos y a los demás, para que desarrollen el potencial expresivo que todos llevamos dentro y que casi siempre desaprovechamos.
Yo, por si acaso, conmemoro la fecha con una estrategia interna. Hay que seguir intentándolo...
3 Comments:
Muy bueno, Juan Carlos. Has madurado en la forma de escribir. Me gusta más cada vez... Y ya me contarás la estrategia.
Y por cierto, me gusta el nombre de tu blog.
Suena bien y tiene ese aire rancio de libro amarillento que le sienta tan bien a las bibliotecas. Parece algo sacado de los fastos del año del Quijote.
Juan Carlos. Me alegra ver que tu vena teatrera sigue contaminada por la vena literaria.
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