LA POESÍA DE ALGUNOS DÍAS
Quizá el género literario que más admiro es la poesía. Sería un "zip" a lo bestia cuando es de calidad: puede comprimir tantos sentimientos, tantas imágenes internas, tantas perspectivas. No hay nada comparable, pero su camino exige una valentía a prueba de bombas. Casi todo el mundo ha escrito al menos alguna poesía de juventud, empujada habitualmente por algún fracaso vital, un momentáneo desahogo. Pero el verdadero animal poético, el que consagra a ella su vida, es un verdadero héroe; y más si miramos a nuestro alrededor y analizamos profundamente nuestro estilo de vida.
Yo solamente soy un aprendiz perezoso, además de que lucho por vivir la poesía de las cosas más allá del papel o el ordenador, porque el acto de escribir poesía debe ser consecuencia de una actitud, de una necesidad, consecuente con una visión activa y pasional del entorno, y eso es difícil de conseguir.
Me desplazo a mi trabajo en tren. El trayecto dura hora y cuarto, por tanto son dos horas y media diarias en las que, si los vecinos de vagón me lo permiten, echo una cabezada reparadora, leo mucho o doy salida a los raíles de la poesía. Quiero mostraros con cierta frecuencia ese esfuerzo y que últimamente me ha llevado a poemas muy cortos de cinco versos.
Hablar con el que soy
y no desfallecer.
Aún es pronto
para ver el mundo
desde el frío de los huesos.